sábado, 3 de octubre de 2009

LA DIRECCIÓN POLÍTICA DEL GOBIERNO DE MARTINELLI


OPINION CRITICA


Por Ángel T. Valdés M.




Si algo ha caracterizado al gobierno de Martinelli, además del “show” mediático de perseguir a malos empresarios, es que no ha dudado, tanto en el ámbito nacional como internacional, en presentarse como un gobierno de derecha decidido a detener la vertiginosa inclinación del “péndulo ideológico” hacia la izquierda en América Latina.

La coyuntura que le ha brindado el desastroso gobierno del PRD a Martinelli, proyecta a su gobierno como algo diferente, un gobierno capaz de enderezar entuertos y demostrar que un Estado dirigido por “empresarios exitosos” es la mejor alternativa para el pueblo.

Adalides de la justicia y legionarios anticorrupción, sus tropas seleccionadas de los “mejores panameños” se pasean, espada derecha en mano, por todos los ministerios e instituciones dispuestos a exterminar cualquier vestigio de podredumbre y corrupción del gobierno pasado. Estas acciones y actitudes han sido bien acogidas por diferentes sectores de la sociedad, hastiadas de tanta inmoralidad y favoritismos a sectores políticos determinados.

De esta manera, Martinelli se ha ganado la aprobación de los medios de comunicación, sectores empresariales, la Iglesia Católica y organizaciones afines o financiadas por los Estados Unidos. Con esta carta de presentación, se ha convertido en una alternativa de derecha para la región donde gobiernos neoliberales y conservadores han sucumbido producto de una agotada democracia elitista, de sus ambiciones y políticas corruptas, dándole paso a nuevas formas de organización popular y otros modelos de gobierno como los que se desarrollan en Venezuela, Bolivia y Ecuador.

El afán del actual gobierno es presentar la corrupción que impera en nuestra sociedad, como producto de la mala actuación de los gobernantes del PRD y de los viejos partidos oligarcas, y no como una consecuencia del propio sistema, por lo que ésta se puede erradicar con un buen gobierno dirigido por personas “honestas y capaces”. En estos primeros meses se ha querido vender esta ilusión, pero las denuncias de malos manejos e ilegalidades, no se han hecho esperar, comprobándose de esta forma, que por muy disfrazados de honestos que se nos presenten estos “nuevos políticos”, todos provienen de una misma matriz.

Es comprensible entonces, que cada vez que el gobierno lo necesita, los medios de comunicación nos hacen recordar aquellas imágenes emblemáticas, donde el legislador Afú con dos fajos de billetes, cual saetas listas para ser empulgadas, amenazaba con herir mortalmente el honor de sus otros copartidarios del PRD. El CEMIS, paradigma de la corrupción de los Poderes del Estado, está allí como un fantasma permanente para intimidar o acallar a quien ose agitar la ciénega donde cohabita la “clase política” del país.

Así, en estos primeros meses el gobierno del cambio ha querido enderezar lo que mal se ha hecho, sin importarle la forma como se hace, aún siguiendo los mismos procedimientos corruptos como las contrataciones directas, o ilegalidades como las que se han producido en la Asamblea de Diputados, la Alcaldía de Panamá, la Caja de Seguro Social y otras instituciones. Poco a poco y más temprano de lo esperado, al gobierno de Martinelli se le caído la careta y se descubre como más de lo mismo, con el agravante de que esta vez entran millonarios para salir más millonarios.

La orientación política y socioeconómica del gobierno, fue claramente definida en el discurso pronunciado por Martinelli en la ONU, donde se formuló como un futuro promisorio que Panamá se convertirá en el Dubai de América. Aunque la riqueza de Dubai, se ha basado en el petróleo, hoy su fuerte es el sistema financiero, el negocio inmobiliario y la industria de la construcción con sus mega proyectos. Allí se levantan lujosos rascacielos creados por la mano de obra barata de trabajadores provenientes de la India y Pakistán, quienes viven hacinados en condiciones de miseria, como esclavos, situación que ha sido denunciada por diversas organizaciones de Derechos Humanos. No queremos el desarrollo de nuestro país basado en esas condiciones, producto de la explotación y sangre de otros seres humanos, por lo que tememos que la visión del presidente sea convertirse en un nuevo Sheik (Emir) latinoamericano, dócil y ferviente seguidor de la política de Estados Unidos.

Con esta percepción del país y del mundo por parte de quien está al mando del Estado, será muy difícil enfrentar los grandes problemas que la crisis económica mundial ha generado y para los cuales no se avizoran soluciones reales y próximas. Más neoliberalismo y más rescate financiero a los grandes bancos es la solución capitalista, eso nos sumergirá en burbujas económicas mucho más grandes y peligrosas que la burbuja que estalló hace más de un año. El despilfarro de los recursos energéticos, el cambio climático, la lucha por adquirir fuentes de energía y agua, van a provocar grandes calamidades y confrontaciones entre naciones, si no se hace un alto en la forma de producir y consumir que el sistema capitalista ha impuesto.

El gobierno actual, ni siquiera se ha trazado un plan de desarrollo económico y social que contemple esta realidad que afecta a todo el mundo. Su política netamente empresarial, sólo se centra en crear el clima de un país abierto y favorable para hacer negocios, su reciente viaje a Europa y su corte de empresarios demuestra a quienes beneficiarán las políticas económicas del gobierno.

Estos cinco años de gobierno empresarial, a todas luces se nos presentan como nefastos para las aspiraciones de los más humildes. En estos últimos meses se ha producido un aumento en el desempleo y se ha encarecido la canasta básica del panameño, contrario a la falsa esperanza electoral que vendieron los partidos políticos que hoy gobiernan. Esta situación para el movimiento popular es un reto, pues se deben crear alternativas de poder para poder enfrentar las situaciones adversas que se avecinan, para que en el futuro próximo no nos dejemos engañar con la falsa democracia electorera, que se aprovecha cada cinco años, de la desorganización y miseria de nuestro pueblo.

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